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miércoles, 17 de junio de 2015

EL LIBRO: LA MEJOR ARMA CONTRA EL AUTOGENOCIDIO UNIVERSAL

Publicado en Ciudad CCS



En su libro Testimonios de una escritura política, publicado por El perro y la rana en 2014, Julio Cortázar defiende al libro como portador de la palabra, como arma de defensa. A propósito de su respuesta a una entrevista solicitada por la revista Life en español, de Chicago, el 7 de abril de 1969, el escritor argentino hace un breve análisis de su sentimiento antiyanqui y del papel de los intelectuales frente a la amenaza del imperialismo como método de colonización de los pueblos de América.

Entre otras reflexiones, Cortázar explica: 

“… Si cualquier sistema imperialista me es odioso, el neocolonialismo norteamericano disfrazado de ayuda al Tercer Mundo, Alianza para el Progreso, decenio para el desarrollo y otras boinas verdes de esa calaña me es todavía más odioso porque miente en cada etapa, finge la democracia que niega cotidianamente a sus ciudadanos negros, gasta millones en una política cultural y artística destinada a fabricar una imagen paternal y generosa en la imaginación de las masas desposeídas e ingenuas”.

Así, devela los oscuros intereses de los grandes dueños del capital, que desde el norte pretenden manipular a los pueblos en vías de liberación: 

“Cuando se me dice que la ayuda de los Estados Unidos a Latinoamérica es menos egoísta de lo que parece, entonces me veo precisado a recordar cifras. En la última conferencia de la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), celebrada en Nueva Delhi a comienzos de 1968, un informe oficial (no hablo de comunicados de delegaciones adversarias) indicó lo siguiente, textualmente: ‘En el año 1959, los Estados Unidos obtuvieron en América Latina 775 millones de dólares de beneficios por concepto de inversiones privadas, de los cuales reinvirtieron 200 y guardaron 575’. Estas son las cosas que prefieren ignorar tantos intelectuales latinoamericanos que se pasean por los Estados Unidos en plan de confraternidad cultural y otras comedias. Yo me niego a ignorarlo, y eso define mi actitud como escritor latinoamericano”.

Es entonces cuando, investido con su papel de intelectual latinoamericano dispuesto a dar la batalla en el campo de las ideas, Cortázar afirma: 

“… Estamos al borde del vértigo, de las bombas atómicas, acercándonos a las peores catástrofes, y el libro sólo me parece una de las armas (estética o política o ambas cosas, pues cada cual debe hacer lo que le dé la gana mientras lo haga bien) que todavía puede defendernos del autogenocidio universal en el que colaboran alegremente la mayoría de las futuras víctimas”.

Hoy, en pleno siglo XXI, la tarea de los creadores y creadoras que militan por un mundo mejor sigue siendo la misma: hacer con su acto creativo una forma de defensa del bienestar común, del amor como bandera. Porque, tal como lo afirma Cortázar: 

“Si no hacemos la revolución profunda en todos los planos y proyectamos al hombre de nuestras tierras hacia la órbita de un destino más auténtico, el verbo sólo será realmente nuestro el día en que también lo sean nuestras tierras y nuestros pueblos. Mientras haya colonizadores y gorilas en nuestros países, la lucha por una literatura latinoamericana debe ser –en su terreno espiritual, lingüístico y estético— la misma lucha que en tantos otros terrenos se está librando para acabar con el imperialismo que nos envilece y nos enajena”.

Así que, para vencer a ese imperialismo que “nos envilece y nos enajena” debemos hacer de la práctica cultural, del acto creativo, del ejercicio literario, de la lectura como trinchera, un arma invencible. Y sólo es posible con la acción cotidiana. No dejar de crear nunca, a pesar de las dificultades, como estrategia para consolidar nuestra Revolución.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

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