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lunes, 15 de junio de 2015

LAS PALABRAS CRUZADAS DE ELENA PONIATOWSKA

Publicado en Ciudad CCS

 


No soy propensa a leer libros de entrevistas. Prefiero conocer a mis autores favoritos a través de sus obras. Hago consultas al azar cuando la ventana de un libro me deja con más preguntas que respuestas y me hago de la rápida investigación internauta para atar los cabos. Salvo con Julio Cortázar, por quien hago todas las excepciones del mundo, me quedo con las palabras escritas como un fluir desaforado y no como interrogatorio.

Sin embargo, la voraz luchadora mexicana Elena Poniatowska merece que rompa con la rutina. Leyéndola y acercándome a sus libros encontré Palabras Cruzadas, una serie de entrevistas a grandes personalidades como Nicolás Guillén, José Revueltas, Mario Moreno Cantinflas, Alfonso Arau, Jaime Sabines y (adivinen) Julio Cortázar, entre muchos otros. Un ejemplar de extraordinaria calidad gracias a Ediciones Era. Inevitable llevarlo conmigo.

Elena Poniatowska es una gran entrevistadora, siempre lo será. Una escuela en carne y hueso del género. No sólo cómo lleva su producto final al papel, sino cómo se hace de su bagaje intelectual para desnudar tiernamente a sus entrevistados.

INCLUSO A LOS MÁS DIFÍCILES

Dice que nuestro Rómulo Gallegos era un hombre de pocas palabras. Y en catorce páginas ese duelo de preguntas y respuestas lo demuestran. A pesar de su resistencia, Don Rómulo se deja vencer por la joven Elena, quien para el momento de la entrevista contaba con apenas 26 años. El 16 de febrero de 1958 salió publicado el resultado final en México en la Cultura, y gracias al libro Palabras Cruzadas podemos descubrir a ese Don Rómulo escondido y quieto tras su máquina de escribir.

Después de recorrer al Gallegos Presidente, luchador social, defensor de los Derechos Humanos, genio intelectual, logra sacarle una fuerte confesión tras una breve pregunta: 

¿Cómo trabaja usted?
 
Entonces, alzando una ceja, Don Rómulo responde:
 
“Yo no puedo escribir frente a otra persona. A mi mujer, que era la mitad de mi persona, le leía todo lo que yo escribía pues aunque no era sino una mujer sencilla, tenía buen gusto y buen sentido de las cosas. Cuando por alguna razón llegaba y se sentaba frente a mí mientras yo escribía, yo protestaba: ‘No chica, te vas, yo no puedo’.Para escribir necesito estar solo. Un encierro. Ha de ser un rincón del cuarto, un ángulo de la pared. No podría hacerlo en medio de un cuarto como estoy ahora. Ha de ser un rincón; no, ni siquiera frente a una ventana. Una pared y nada más. Escribo a máquina y me es absolutamente imposible pensar sino frente a la máquina”.

Antes de eso, la valiente Elena se atrevió a preguntarle: ¿qué opina de la literatura mexicana? ¿Qué obras revelan de una manera artística la realidad del país? A lo que Don Rómulo le lanzó un cuarteto de cortas y fulminantes frases: 

“No me haga hablar de ningún otro escritor. Yo no soy crítico. Hablarle de la literatura, nada. Practicarla, sí”.

Jamás me hubiese imaginado que un libro de entrevistas me revelaría esta faceta de Rómulo Gallegos, ese eterno practicante de la literatura. Y es que el mundo de los libros es una ventana abierta que jamás deja de sorprenderme.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

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