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martes, 9 de junio de 2015

EL NERUDA COMBATIVO

Publicado en Contrapunto



Aunque fundamentalmente su obra poética es la que ha convertido a Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura de 1971, en uno de los escritores más importantes e indiscutibles, su palabra política y comprometida con los pueblos emergentes no pierde vigencia.

Yo acuso fue el nombre que le diera Neruda a su discurso del 6 de enero de 1948 ante el Senado de Chile, luego de que el Gobierno del entonces presidente González Videla lo procesara ante la ley por injurias contra el Mandatario, a partir del texto publicado en el diario venezolano El Nacional titulado Carta íntima para millones de hombres, el 27 de noviembre de 1947. Después de su histórico discurso Yo acuso, Pablo Neruda pasa a la clandestinidad y a su primer exilio político.

La editorial vasca Txalaparta se da a la tarea de reunir una serie de escritos que retratan a un Neruda combativo, a ese ciudadano del mundo libre que también siendo poeta nunca calló sus convicciones. Ese Neruda político y comprometido, que llegó al Senado chileno para servir al despojado y al perseguido. Su fuerza moral, su condición solidaria con las causas humanas y su lealtad al pueblo que lo viera nacer hacen de este libro una lectura obligada para comprender mejor estos tiempos de ahora.

Si bien Yo acuso es una frase que Neruda tomó prestada del francés Émile Zola, los textos reunidos en este libro reflejan la crudeza de los gobiernos totalitarios que oscurecieron la historia de América Latina durante el siglo XX. Y para combatir la desmemoria, surge en esta acertada compilación la voz valiente de Neruda, que nos sigue llamando a esos valores que también cruzaron su poesía. El compromiso con la libertad es la premisa de nuestro gran Neftalí Ricardo Reyes Basoalto.

En su primer discurso ante el Senado Chileno, el 30 de mayo de 1945, Neruda se declara “un escritor elegido por los pueblos”. Allí nos demuestra que la poesía y el compromiso político no están divorciados cuando el fin último es velar por los intereses de las mayorías oprimidas. De hecho, ante tantos intereses encontrados, Neruda dijo: 

“Yo represento, como escritor, una actividad que pocas veces llega a influir en las decisiones legislativas”. Pero no por ello se cruzaría de brazos. Sabía que su voz en el Senado sería la voz de quienes militan a través de la creación: “Los escritores, cuyas estatuas sirven después de su muerte para tan excelentes discursos de inauguración y para tan alegres romeras, han vivido y viven vidas difíciles y oscuras, a pesar de esclarecidas condiciones y brillantes facultades, por el solo hecho de su oposición desorganizada al injusto desorden del capitalismo”.

De los obreros de la pampa chilena, a quienes llamó ilustres y heroicos, agradeció la confianza: 

“Son esos obreros los que me han enviado a esta Sala. Son esos compatriotas desconocidos, olvidados, endurecidos por el sufrimiento, mal alimentados y mal vestidos, varias veces ametrallados, los que me otorgaron esto que es para mí el verdadero Premio Nacional”.

Entre su osadía, el 23 de diciembre de 1947 Neruda diría una gran verdad, que vuelve a nosotros gracias a libros como Yo acuso

“La lengua del pueblo nunca fue muda. Por mucho tiempo, añadiríamos. Se salta las fronteras o amanece escrita en la pared cuando no puede decirse, cuando la inquisición policial pretende borrarla”.

Y justo en ese histórico discurso de 1948 que le da nombre a este libro, Neruda logra predecir la verdad que hoy, en pleno siglo XXI, honra su nombre: 

“No aspiro a méritos ni a recompensa. Pero tengo la certeza absoluta de que, tarde o temprano, más bien temprano que tarde, el inicuo proceso político a que he sido sometido será juzgado como merece y sus inspiradores y perpetradores recibirán el nombre que les corresponde”. 

Así es como Neruda logró trascender a la injusta persecución de sus enemigos para ser reconocido y celebrado como lo que es: uno de los poetas más grandes de la historia.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

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