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viernes, 31 de julio de 2015

LAS CAMPANADAS DE MIGUEL MÁRQUEZ

Publicado en Ciudad CCS



A propósito de la VI Feria del Libro de Caracas que comienza hoy, la Fundación para el Desarrollo Cultural del estado Mérida (Fundecem), de la mano de su presidente Pausides Reyes y del poeta Gonzalo Ramírez, presentará el poemario de nuestro querido Miguel Márquez titulado Campana en el fondo del río, que reúne 62 poemas sobre la vida y sus demonios, la noche y sus ángeles, el poder de la palabra sanadora e hiriente, la gran pregunta que nunca tendrá respuesta. 

En sus páginas Miguel nos hace viajar hacia los tiempos del Grupo Tráfico, fundado en 1981, en el que declararon: 

“Venimos de la noche y hacia la calle vamos. Queremos oponer a los estereotipos de la poesía nocturna, extraviada en su oficio chamánico de convocar a los fantasmas de la psique o de lanzar hasta la náusea el golpe de dados del lenguaje”. 

Los poetas vienen de la noche y la poesía se va a la calle. Y en ese andar y desandar es que siempre me encuentro con Miguel, extraordinario alfayate del gesto poético como vida cotidiana, a quien pude preguntarle cara a cara, suerte la mía, sobre el origen de su Campana en el fondo del río. Su respuesta fue sorpresiva, estos poemas vieron la luz gracias a las redes sociales. Por esa necesidad de crear y decir y hacer que acompaña a quienes toman la palabra como arma liberadora, Miguel iba colgando en su muro del Facebook religiosamente, uno a uno, estos 62 poemas. La aventura internauta ocurrió entre enero y junio del año 2014. Justamente hace poco más de un año, su gran amigo Floriano Martins, ese brasileño incansable, le propuso traducirlos al portugués y publicarlos con la editorial Sol Negro, en Brasil. En ese entonces apenas eran 30 poemas y fueron acompañados por las imágenes de Floriano. Resultó un tiraje de 250 ejemplares. 

Ahora, gracias a Fundecem, podemos tener la totalidad de estos poemas que, curiosos e inquietos, se colaron en el laberinto 2.0 que marca nuestra época. Allí Miguel nos dice: 

“Si uno supiera lo que escribe en un poema,
si entendiera lo que deja de lado al encender
La lámpara, si fuera posible hacerlo a oscuras
Y cabalgar con esa materia gruesa, amorfa,
arisca a las vocales, al ritmo, a la sintaxis,
Si aquello tomara el lápiz y borrara metáforas
Para dar a luz lo que no existe, si uno fuera
Capaz en lo crudo y sin ninguna vergüenza”.

Miguel Márquez nació en 1955 y estudió Filosofía en la UCV. También pudiera decirles que participó en los talleres de poesía del Celarg, que es cofundador del Grupo Tráfico, que dirigió la Fundación Kuai-Mare y que fue presidente de la Editorial el Perro y la Rana. En 1982 fue reconocido por el Premio Fernando Paz Castillo, mención poesía, por Cosas por decir. También es autor de Soneto al aire libre, Poemas de Berna, La casa, el paso, A salvo en la penumbra, Linaje de ofrenda, La memoria y el anzuelo, Fragmentos de la batalla, entre otros. 

Más allá de los datos históricos y bibliográficos, quisiera invocar a Jonatan Alzuru Aponte, quien en su libro Ejercicios para cuidarse. Foucault, Nietzche y Maquiavelo como herramientas, dice: 

“Miguel Márquez es poeta. Estudió filosofía, pero su asunto es pensar ideográficamente. La metáfora es su espada y refugio, su mar y convento”. 

Eso es lo que debemos decir de Márquez: Es poeta y la metáfora es su espada. 

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

LA HERMOSA POESÍA DE CÉSAR RENGIFO

Publicado en Ciudad CCS



Mi compañero de programa de radio, Iván Padilla Bravo, un día dentro de la cabina de RNV Clásica me dijo: ¿Sabías que César Rengifo también era poeta? La noticia me dejó hipnotizada. Durante la conversación, Iván me dijo que la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello había preparado una edición para el 12° Festival Mundial de Poesía, fiesta de la palabra que culminó el pasado domingo. La posibilidad de conocer al César Rengifo poeta se me sembró entre ceja y ceja como una especie de obsesión, tenía que conseguir ese libro.

A finales de la semana pasada, me asomé por la Librería del Sur del Teatro Teresa Carreño, para ver con qué actividad del Festival Mundial de Poesía me encontraba. El azar jugó sus cartas a mi favor, porque coincidí con la presentación del libro del profesor Earle Herrera: La espada sobre el fuego. Los poetas invocan a Bolívar, acompañado nada más y nada menos que por el gran Gustavo Pereira. Entre la emoción, aproveché para preguntarle a uno de los libreros (que siempre son tan amables conmigo, lo que hace de esa librería una de mis favoritas) por la poesía de César Rengifo. El azar me benefició de nuevo porque sí estaba. Sin pensarlo compré ese libro tan deseado que lleva como título: César Rengifo. Poesía reunida, en cuya portada hay una hermosa ilustración de su propia autoría.

Ya en casa, sobre mi sillón negro de dos puestos, ese lugar común que sirve de refugio para la lectura, me sumergí en una poesía hermosa, contadora de historias y realidades, con un verbo calmo y nostálgico, transparente, confesional, ensimismado. En La primera presencia, César Rengifo nos habla del silencio y del hombre:

“¡Al principio fue el silencio!
El hombre, lo que sería el hombre,
yacía disperso en el fondo de las cosas.
El fuego,
el agua
el musgo,
inmóviles estaban. 
¡Por eso al principio fue el silencio!
Y en el silencio,
en ese vastísimo,
sordo,
gris, silencio,
dormían también las voces
y todas las palabras que habrían de pronunciarse”.

Luego, cuando llegan los tiempos en que las voces despiertan, César Rengifo nos dice:
 
“Y el hombre dijo su palabra,
y proclamó su grito…
¡Y nunca más fue el silencio
sobre la vastedad del mundo!
¡Pero el hombre recuerda,
a veces,
que al principio
fue el silencio!”

El prólogo está a cargo del poeta Nelson Guzmán, quien dice sobre la poesía de nuestro centenario César Rengifo: 

“En su interior habita lo inusitado, se sabe en los caminos del sueño. Sus creaciones residen entre las luces de la transparencia. Sus poemas son confesionales, expresan su interior. El hombre debe marchar hacia aquello que lo exprese y sea cónsono con el raudal de sus pensamientos, debemos romper con las fuerzas interiores que nos dejan truncas las esperanzas y esto implica el temple del valor. Rengifo proviene de lugares que le exigían el riesgo y la lucha con pasión por autenticar las exigencias de su espíritu. Este poeta emergió de la región donde habitan todos los dolores y el desamparo, sobrevivió a la huella honda de perder a sus padres en la niñez. Su condición de huérfano lo adentró en las palabras, sus imaginarios apuntan a la creación, a la indagación y al errar”.

Que sea este libro, entonces, el lugar perfecto para descubrir a nuestro César Rengifo, en este que es su año para celebrar el centenario de su nacimiento, como poeta. Porque no solo fue dramaturgo, director teatral, pintor, muralista, profesor y periodista. Fue, es y seguirá siendo por siempre un tallador de la palabra amorosa.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

EL GABO Y EL CINE

Publicado en Ciudad CCS



El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) publicó Los amores contrariados. García Márquez y el cine, libro de María Lourdes Cortés ganador del Premio de Ensayo 2013 de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, el cual está disponible para la venta en la red de las Librerías del Sur. Por primera vez en Iberoamérica alguien se da el trabajo de sistematizar, reconstruir y analizar a detalle esa compleja y prolífera relación que tuvo Gabriel García Márquez con el mundo audiovisual, desde que visitó por primera vez (gracias a su abuelo) una sala de cine, pasando por su transformación en guionista, hasta convertirse en uno de los escritores cuya obra ha sido más veces adaptada a la pantalla grande. Es, sin dudarlo, una historia realmente fascinante que despierta una gran curiosidad: ¿por qué el Gabo adaptado al cine no es tan popular como el Gabo escritor?

Gabriel García Márquez fue un confeso apasionado y defensor del séptimo arte. Más de 30 largometrajes y series de televisión han sido basados en ese mundo infinito que el Gabo creó para nosotros gracias a su genio y a su pluma.

María Lourdes Cortés nos presenta con rigor prácticamente científico lo que teóricamente tiene que ver con la adaptación cinematográfica de la literatura. También nos narra la difícil relación del Gabo con la industria. Ambos relatos, hermanados a lo largo de todas las páginas, hacen de su libro un destino común para los amantes del cine y los amantes de la literatura del Gabo. Ella nos cuenta:

“De las relaciones entre Gabriel García Márquez y el cine se pueden escribir muchos libros. La pasión del escritor por el cine ha sido constante y ha tenido múltiples facetas. Ha escrito crónicas de cine; ha escrito guiones que se han llevado a la gran pantalla y otros que exclusivamente han visto la luz a través de las palabras; ha escrito un extenso reportaje sobre un cineasta –Miguel Littín– y su aventura cinematográfica al entrar clandestino en Chile; ha dado talleres de guión; ha adaptado cuentos y novelas de otros escritores; ha adaptado sus propios cuentos y casi una veintena de directores latinoamericanos y europeos han llevado a la pantalla sus obras o sus guiones.

Pero hay más: García Márquez creó la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano y la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), también llamada Escuela de Tres Mundos para estudiantes de Latinoamérica, África y Asia. La relación entre el escritor y el cine, aunque sea lo que él llama un ‘matrimonio mal avenido’, ha producido y sigue produciendo múltiples frutos”.

Uno de los primeros sueños del Gabo fue el de convertirse en cineasta. Estudió un par de meses en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma, durante un viaje como reportero en 1955, pero tiró la toalla rápidamente, decepcionado de la rigidez academicista. Luego, en Barranquilla, trató de fundar una escuela de cine, pero no tuvo éxito. En 1961 se llevó a su mujer, a su hijo y 20 dólares en el bolsillo para hacer cine en la capital azteca. Pudo entonces sumarse al proyecto de adaptación de El gallo de oro de Juan Rulfo, en colaboración con Carlos Fuentes y gracias a las gestiones realizadas por Álvaro Mutis. Entonces, pudo unirse a un círculo de escritores, cineastas y artistas que dialogaban sobre el cine. Allí estuvo con Juan Rulfo, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, Arturo Ripstein y algunos otros haciendo historia. Y así fue despegando su carrera cinematográfica, siempre eclipsada por su obra literaria.

Este libro no tiene una sola página de desperdicio. Aquí apenas les abro una ventana a manera de incitación y coqueteo. Lo demás va de parte de ustedes, si se hacen el favor de salir a buscar Los amores contrariados.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

POESÍA PARA SALIR A LA CALLE

Publicado en Ciudad CCS



Durante el mes pasado se llevó a cabo el 12° Festival Mundial de Poesía. Lo celebramos juntos rindiéndole tributo al poder de la palabra como arma liberadora y herramienta firme para la paz. Es tradición que durante el festival se presente la antología poética de la edición anterior, así que este año publicaron y colocaron a la venta en la red de Librerías del Sur La letra y la paz, antología poética del 11° Festival Mundial de Poesía, editado por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello y que reúne a los y las poetas que participaron en esa ocasión. Luis Camilo Guevara, Edmundo Aray y Luis Alberto Crespo fueron los poetas homenajeados.

Estas antologías ya tienen su lugar fijo en mi biblioteca, porque en sus páginas puedo revivir a mi antojo una de mis fiestas favoritas del año.

En sus páginas siempre encuentro motivos para sonreír. Por ejemplo, encuentro un poema de Ahmet Telli, quien nos visitó desde Turquía el año pasado. El poema se llama Tu sonrisa se me agrega en la identidad y dice así:

“Cae el día y tu sonrisa se queda conmigo
las memorias se arrastran como nubes
nuestra vida es la suma de las idas
quizás un poema sin terminar
deja de buscar respuestas contrarias
al salir el otoño se alzan las aguas
tu sonrisa se hace una llaga sin cura
se hace abismo, se hace verdugo cada noche
cada noche vuelve a comenzar el saqueo
el dolor pasa a ser ruido, el ruido a ser lluvia
así pasamos a vivir un septiembre viejo
cada lugar donde me asilo lleva tu nombre
las patrullas entran en la calle cuando estás
y tu sonrisa se me agrega en la identidad”.

Desde Asia, el poeta Chino Tan Xudong nos habla de la vida a contrarreloj en su poema Una Era, que dice así:

“Frenéticos
buscamos ganar tiempo con la prisa
Nadie se detendría un momento
para apreciar una flor en la calle
El amor también se ha vuelto comida rápida
Raptado por palabras vacías
en la edad de la inocencia”.

Salir a la calle en nuestras ciudades de ritmos salvajes, de gente que corre siempre, de miserias humanas llevando la batuta, deja de ser amenazante o traumático si llevamos un libro de poesía en nuestras manos. Ese libro, al abrirse, nos habla, nos invoca, nos interpela, nos guía, nos ilumina, nos señala el camino.

Luis Enrique Belmonte dice que un festival de poesía es una fiesta pagana, un espacio resonante donde se alojan infinidad de voces andantes en franco diálogo. Bien, un libro de antología de un festival de poesía es llevar esa fiesta acompañando nuestro paso. Es, digamos, un privilegio. Como privilegio es que Luis Alberto Crespo nos diga mientras sorteamos las aceras feroces:

“Afuera Ninguna casa es para vivir No hay otra pared Que la grieta en el cuerpo Lo borrado Me quita la voz de la boca”.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com




WILFREDO MACHADO PARA PRINCIPIANTES

Publicado en Desde La Plaza



Aquí les dejo una gran verdad, inocultable e irrefutable: En algún rincón de nuestro caótico planeta, hay un libro esperando por nosotros. Ese libro perfecto que ha de cambiarnos la vida. Ese libro indicado para despertar nuestra chispa lectora, para dejarnos pensando, para interpelarnos hacia la reflexión tan necesaria que siempre, siempre, siempre dejamos de lado por las urgencias.

Cuando el ser humano, esa especie tan contrariada y contradictoria, pasa por el transe de la adolescencia a la temprana adultez, un espíritu de rebeldía se apodera genéticamente de su cuerpo y mente. Una necesidad irresoluta de llevarle la contraria a todo y a todos es más fuerte que la razón. Y en medio de esa lucha, su negativa al placentero hábito de la lectura por decisión propia.

En mi salón de clase, uno de los estudiantes colocó en un examen: “Los adultos nos imponen los libros que debemos leer, libros de 500 páginas”. Es cierto, aceptemos la autocrítica, aunque no todos los libros que se consideran imprescindibles para la lectura en bachillerato y la universidad son de 500 páginas. También decía: “Tal vez si nos dejaran elegir libremente lo que queremos leer”. Es una buena práctica, lo válido es el acto de la lectura en sí mismo, pero no desconozcamos el hecho de que hay lecturas imprescindibles que por cuenta propia nunca encontrarían, el secreto está en nuestra capacidad de seducción para que esas lecturas imprescindibles se hagan libres de traumas psicológicos.

Ese estudiante me dejó pensando seriamente. ¿Cómo encender la chispa lectora en libertad, pero sabiendo trascender a la lectura inicial de sagas fantasiosas, fanpics y libros de autoayuda, que son, científicamente comprobado, los géneros más populares en nuestra juventud? Entonces recordé esa especie de mantra que practico a diario: En algún rincón de nuestro caótico planeta, hay un libro esperando por nosotros. Y como por arte de magia, porque la lectura placentera siempre será un gran misterio, mis ojos se posaron en Wilfredo Machado.

Wilfredo Machado (Barquisimeto, 1956) tiene un poder muy atinado para decir las cosas. Es preciso, muy preciso, sin aspavientos innecesarios y sin miedo a llamar a las decepciones rutinarias por su nombre. Protesta mucho, pero con un sentido del humor bastante oscuro que resulta un arma muy peligrosa, porque siempre logra arrancarnos una sonrisa que celebre su osadía. No todos tienen la valentía de Wilfredo para hacerse de la brutal transparencia.



Machado es un reconocido escritor con muchos, muchos premios en su haber: Concurso de Cuentos de El Nacional (1986), Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (1995), Premio de la Fundación para la Cultura Urbana (2003), Premio del Ministerio del Poder Popular para la Cultura mención Literatura (2009). Seguramente poco le importe a Wilfredo este dato tan preciso, pero existen quienes comen con los ojos, es decir, quienes piensan que la gente es importante cuando gana muchos premios. También ha publicado un montón de libros: Contracuerpo (1988), Libro de los animales (1994, 2003), Poética del humo (2003), Diario de la gentepájaro (2008), Corazones sombríos y otras historias bizarras (2014) y el cuento gráfico La noche de Prometeo (2015).

En Corazones sombríos y otras historias bizarras, puedo garantizar, suponer, sospechar, que muchos adolescentes encontrarán una puerta abierta. Esta es una lectura de culto. Conocí el libro por una estudiante que no llega a la mayoría de edad, ávida lectora, militante de Edgar Allan Poe y ahora atrapada por Machado. Comentamos La noche de Prometeo y llevó a clases Corazones sombríos y otras historias bizarras. Leyó de ahí un par de cosas y me buscaba para hacerme leer algunos breves relatos que la habían marcado gratamente. Con el afán de esta estudiante, comencé a buscar ese libro tan mencionado. Además, ya me había enganchado con Wilfredo gracias a Diario de la gentepájaro, y me había enamorado otra vez con La noche de Prometeo.

Entre librerías y librerías, Machado resultaba agotado. Totalmente agotado. Ya luego de haber tirado la toalla, descubrí Corazones sombríos y otras historias bizarras en mi biblioteca. Resulta que lo había comprado meses atrás y estaba en mi lista de espera. Confieso que fue un instante de felicidad muy similar, supongo, al de quien se gana el premio gordo de la lotería. Le conté a la estudiante lo que había ocurrido y ambas sacamos un chiste de eso. Ya Wilfredo Machado era parte de la familia.

En Corazones sombríos y otras historias bizarras, Wilfredo nos contagia con su arrebato. Rehace la historia de la Bella y la Bestia haciéndola más real en estos tiempos caóticos, a Paulo Coelho lo llama por su nombre (es decir, Pablo Conejo), le da el beso de los buenos días a su mujer dentro del estómago de una anaconda, nos habla de un coleccionista de cuervos (innegable tributo a Poe), se va contra la academia con una historia de escritores ciegos que esperan por un barco que los lleve al altar de la fama, mezcla sin pudor el cuento corto con la narrativa y la poesía, termina burlándose de todo, haciendo en definitiva lo que todos queremos hacer y no nos atrevemos: decir lo que se le antoje, y decirlo bien.

En Olimpiada, nos cuenta Wilfredo:
“Para esta rápida y corta carrera que es la existencia humana me preparo como un atleta del hambre y el insomnio. Corro por las calles entre el humo y el tráfico de una ciudad desconocida. Flexiono mis piernas como una cebra africana seguida de cerca por los leones. Salto sobre mis huesos olvidados y nado en los ríos malolientes y oleosos que deja la lluvia sobre la calzada. Sé, que sólo competiré contra mí mismo. Sin embargo, ¿por qué siempre la extraña sensación de que, haga lo que haga, voy a perder?”

En estas breves líneas Machado logra plasmar el sentimiento de esa enmarañada especie humana que cruza el umbral de la adolescencia hacia la adultez temprana, esa sensación de la batalla perdida es un sentimiento que siempre los acompaña, digamos que por cuestiones genéticas. Entonces, este libro de Wilfredo sirve como dulce y cruel desahogo. Nada más placentero para los incomprendidos que saberse vistos, escuchados y entendidos por alguien. Ese aroma a solidaridad todo lo cubre y sana.

Desde el pasado jueves y hasta el próximo 2 agosto estará la 6ª Feria del Libro de Caracas en el Parque Los Caobos. A quienes tienen hijos o hijas, hermanos, sobrinos, nietos, familiares en este transe generacional que implica la alergia hacia la lectura, aprovechen la ocasión para buscar Corazones sombríos y otras historias bizarras de Wilfredo Machado. Si no están en la capital, busquen su Librería del Sur más cercana porque tal vez corran con la suerte de conseguirlo. Monte Ávila Editores Latinoamericana fue la responsable de publicarlo, en su serie Continentes.

Es, como quien dice, un tiro al piso. Ya lo verán.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

LA LECTURA ES EL MEJOR REGALO

Publicado en Desde La Plaza



Como sabemos, en más de cien países del mundo se celebra el Día del Niño en diferentes fechas. En Venezuela, es el tercer domingo de julio de cada año. Esta celebración fue adoptada a propósito de que en el año 1954 la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución para establecer el “Día Universal del Niño”, con la intención de promover anualmente un día consagrado a recordar sus derechos, además de incentivar la fraternidad entre los niños y niñas del planeta, encargando a la UNICEF como responsable de desarrollar este proyecto, con el fin de ayudar a proteger y garantizar el bienestar de los niños y las niñas en todo el planeta.

Sin embargo, suele ocurrir con estas fechas especiales que las buenas intenciones terminan siendo pretextos para el consumo exacerbado. Entonces, más allá de celebrar los derechos de los niños y las niñas, además de actividades para su entretenimiento al aire libre, se hizo común la tradición de regalar juguetes y ahora, en pleno siglo XXI, artículos tecnológicos.

El libro es, sin duda, el mejor de los regalos. Pero sólo lo es si ese objeto es acompañado por la práctica lectora. De nada vale gastar dinero en un libro infantil si va a terminar llenándose de polvo al final de un olvidado anaquel de la casa.

La práctica lectora es un hecho colectivo que luego puede trascender al acto individual. Por eso, leer en familia es una costumbre olvidada en el tiempo que merece ocupar de nuevo un lugar protagónico a pesar del sinfín de distracciones que nos rodean. Contar cuentos antes de dormir, leer en voz alta, incentivar amorosamente a los niños y niñas para que lean y luego convertir esa lectura en una entretenida conversación reflexiva, son varias prácticas que valen la pena probar en casa.

Un lugar en nuestras bibliotecas debe estar destinado a la literatura infantil. Y allí deben haber suficientes títulos de diversos temas que puedan captar el interés de los chamitos y chamitas de la casa. A partir del libro elegido, una importante recomendación es buscar siempre el lado positivo de la historia que genere en el niño o niña una sensación de gozo gracias al aprendizaje, esa es tarea de los adultos, quienes deben encontrar la forma de guiar a los más pequeños en esa mágica aventura de encender la chispa lectora.

El hábito de la lectura no se construye de la noche a la mañana, tampoco puede ser visto como una imposición. Es común el caso de padres y madres que por su afán de garantizar en sus hijos e hijas un futuro prodigioso, tratan incluso con desesperación de despertarles esa pasión. Entonces, sin darse cuenta, generan en sus hijos e hijas una especie de rechazo hacia los libros. Todo requiere de tiempo y paciencia, pero sobre todo de comprensión.

En cuanto a la lectura como práctica familiar, es importante recordar que leer en voz alta a los niños y niñas es una costumbre que favorece a la generación y fortalecimiento de vínculos afectivos gracias al libro, mientras se impulsa el desarrollo de las habilidades lingüísticas de los niños y niñas, en cuanto a la escritura y lectura, mediante la repetición, el ejemplo y la asociación visual.

La lectura de cuentos, por ejemplo, en voz alta incide en el desarrollo del vocabulario, ayuda a la comprensión de conceptos y familiariza con flujo natural a los niños y niñas con el funcionamiento del lenguaje escrito y oral. Y como la adquisición de conocimientos genera placer, ellos y ellas sentirán la motivación de querer leer.

Tomando todo esto en cuenta, hagamos este año la prueba. En lugar de regalar costosos videojuegos, complicados artículos electrónicos que serán obsoletos en un abrir y cerrar de ojos, jueguetes de plástico que rinden culto a la violencia o muñecas que promueven cánones de belleza inalcazables; apostemos por el libro y la práctica lectora como el mejor de los regalos. Es una opción para nada efímera, porque su beneficio permanecerá en el tiempo, ya que cada libro que leemos ayuda a moldear nuestra manera de mirar al mundo. Recordemos, además, que el acceso al conocimiento es uno de los derechos más importantes que debemos garantizar en esos niños y niñas que tienen en sus manos el futuro de la Patria.

@GipsyGastello
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ERNESTO SÁBATO PARA MIRAR A LA HUMANIDAD

Publicado en Desde La Plaza



Lo bueno de tener una gran biblioteca es que siempre tendremos un lugar al cuál llegar. A veces sin la ruta clara en la mente, hurgamos con paciencia entre los lomos de los libros que esperan pacientemente por nuestro encuentro. Así podríamos resumirnos como especie: somos aquellos que vivimos en la eterna búsqueda quién sabe de qué cosa.

Entonces, hurgando en mi biblioteca, una tarde cualquiera con los relojes a mi favor, me encuentro con el argentino Ernesto Sábato y su libro El escritor y sus fantasmas. Sábato siempre resulta un buen lugar para detenerse, porque es de esos escritores que jamás decepcionan. Y más si se trata de este libro que es una especie de compilación de reflexiones sobre el mundo y la humanidad.

Comienzo a leerlo y me encuentro con esto: “Una de las misiones de la gran literatura: despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo”. Y como especie de premonición, mientras avanzo en la lectura voy despertando, página a página.



En un capítulo llamado De la cosa a la angustia, Sábato nos interpela con esta dura afirmación:

“Lanzado ciegamente a la conquista del mundo externo, preocupado por el solo manejo de las cosas, el hombre terminó por cosificarse él mismo, cayendo al mundo bruto en que rige el ciego determinismo. Empujado por los objetos, títere de la misma circunstancia que había contribuido a crear, el hombre dejó de ser libre, y se volvió tan anónimo e impersonal como sus instrumentos. Ya no vive en el tiempo originario del ser sino en el tiempo de sus propios relojes. Es la caída del ser en el mundo, es la exteriorización y la banalización de su existencia. Ha ganado el mundo pero se ha perdido a sí mismo”.

Así, angustiados por nuestra propia banalización, por habernos dejado colonizar por ese culto a lo material, abrimos los ojos:

“Hasta que la angustia lo despierta, aunque lo despierte a un universo de pesadilla. Tambaleante y ansioso busca nuevamente el camino de sí mismo, en medio de las tinieblas. Algo le susurra que a pesar de todo es libre o puede serlo, que de cualquier modo él no es equiparable a un engranaje. Y hasta el hecho de descubrirse mortal, la angustiosa convicción de comprender su finitud también de algún modo es reconfortante, porque al fin de cuentas le prueba que es algo distinto a aquel engranaje indiferente y neutro: le demuestra que es un ser humano. Nada más pero nada menos que un hombre”.

En Pureza, eternidad y razón, Sábato nos habla de nuestra propia condición finitamente humana:

“Somos imperfectos, nuestro cuerpo es débil, la carne es mortal y corrompible. Pero por eso mismo aspiramos a algo que no tenga esa desgraciada precariedad: a algún género de belleza que sea perfecta, a un conocimiento que valga para siempre y para todos, a principios éticos que sean absolutos. Al levantarse sobre las dos patas traseras, este extraño animal abandona para siempre la felicidad zoológica e inaugura la infelicidad metafísica que resulta de su dualidad: descabellada hambre de eternidad en un cuerpo miserable y mortal”.

Sin embargo, en su capítulo ¿Una literatura de la esperanza?, Sábato nos lanza una tabla de salvación, como si desde el paraíso de los escritores sospechara o supiera que en este despertar que él nos provoca, nos descubriéramos hundidos de tanta realidad en un solo portazo:

“El hombre no sólo está hecho de desesperanza sino, y fundamentalmente, de fe y esperanza; no sólo de muerte sino también de ansias de vida; tampoco únicamente de soledad, sino de comunión y amor (…) Y así como la desilusión nace de la ilusión, la desesperanza surge de la esperanza; pero una y otra, desilusión y desesperanza, son curiosamente, el signo de la profunda y generosa fe en el hombre”.

Esa profunda y generosa fe en la humanidad es la que nos permite seguir avanzando a pesar de las dificultades, abriéndonos paso entre las miserias, aferrándonos a un futuro comandando por las mayorías emancipadas y no por las minorías colonizadoras.

En fin, una palabra de agradecimiento a Ernesto Sábato, por hacer de la gran literatura una ventana hacia la realidad. De vez en cuando es necesario despertar del letargo de las vitrinas, las revistas de moda y las series de televisión para volvernos a reconocer como esa especie que tiene en sus manos el futuro del planeta.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com


RUBÉN DARÍO PARA ILUMINAR AL SIGLO XXI

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En una guerra sin balas en la que la humanidad es la presa más ansiada de todas o, para ser más precisos, la única presa en la mirilla del arma, surge la poesía como gran salvadora del futuro.

Es en ella, en sus versos enamorados y aguerridos, donde la humanidad encuentra refugio y alivio. Los libros, entonces, se convierten en la mejor trinchera de todas.

Aquí está Rubén Darío, más vigente que nunca, ese que no muere porque nos dejó su poesía, capaz de vencer a la oscura sombra de la muerte.

Hoy, en una guerra sin balas, en un mundo imperado por lo material, por el culto al objeto sobre nosotros los sujetos, Rubén Darío nos llama, desde sus versos, a no perder la calma.

Y nos dice:
La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.

Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombra la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.

En este Canto de Esperanza de Rubén Darío, la esperanza que aguarda religiosa, se abre paso:

¡Oh, Señor Jesucristo! ¿Por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas?

Surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida,
que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.

Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo,
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.

Y tu caballo blanco, que miró el visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.

Rubén Darío hace de la poesía la más hermosa de las oraciones. Qué lindo sería que lo invocaran en las iglesias.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com




A BOLÍVAR EN SU NATALICIO

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Ayer hace 232 años que nació Simón Bolívar, nuestro Libertador. Desde la poesía desde siempre se le ha rendido merecido tributo a uno de los hombres más grandes de la historia de todos los pueblos del mundo. Este año Earle Herrera lanzó su estudiado análisis La espada sobre el fuego. Los poetas invocan a Bolívar, publicado por Monte Ávila Editores Latinoamericana. Ahora que se está desarrollando la 6ª Feria del Libro de Caracas, es una ocasión propicia para acercarse al parque Los Caobos a buscar este pequeño tesoro.
En este ensayo, el periodista y diputado, además de poeta, reúne a José Martí, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, César Rengifo, Miguel Ángel Asturias, Miguel Otero Silva, Alberto Arvelo Torrealba, Mahfud Massis, Dionisio Aymará, María Mercedes Carranza, Ana María Iza y Alí Primera, todos ellos con sus plumas celebrando la vida de nuestro caraqueño Simón.

Se pregunta Earle: “¿Qué esperan los poetas que esperan a Bolívar? ¿Por qué lo esperan? ¿Para qué? Tal vez la respuesta a estas angustias esté resumida en la frase de José Martí, poeta y Apóstol de Cuba: «¡(…) Bolívar tiene que hacer en América todavía!»

Nos cuenta Earle: “Desde antes de su muerte, en la Quinta de San Pedro Alejandrino, poetas de todas las latitudes y escuelas le han cantado al héroe. Algunos con portentosa poesía, otros con encomiable esfuerzo y unos terceros con impune cursilería, que de todo hay en la lírica villa del Señor. Debe ser uno piadoso con estos últimos: la frivolidad es tal vez el riesgo menor cuando se escribe sobre hombres de la dimensión histórica del Libertador. El «Yo los perdono» de su última proclama debe incluir a estos vates arrebatados e inocentes. Ni siquiera se les puede acusar de poesidio culposo. También en el campo de las letras se ha de presumir la buena fe”.

En pleno siglo XXI seguimos esperando a Bolívar, ese Bolívar de Neruda que despierta cada 100 años, porque tal y como lo dice el profe Earle. “A Simón Bolívar lo esperan multitudes, no sólo los poetas”. Y entre esas multitudes nuestro gran César Rengifo, ese mismo que celebramos en este su centenario, que nos dice en su cantata teatral Esa espiga sembrada en Carabobo:

“¡Tu imagen, tu palabra, tu corazón
han de estar sobre América despiertos
para siempre!
¡Mientras en ella quede un blanco con cadenas,
un indio con espinas, un negro maniatado,
un pobre de hambre yerto,
tu espada ha de seguir,
Bolívar,
sobre el fuego!”

Y justamente de esta última línea es que nace el título de este libro, que a propósito del 232º aniversario del Natalicio de nuestro Libertador Simón Bolívar, nos cae como hecho a la medida, como anillo al dedo, como invitación irrefutable, como la realidad más certera.

A nosotros, quienes buscamos y esperamos a Bolívar, aquí tenemos a la poesía que como la espada de nuestro Libertador nos ilumina. Es en ella, con su mágica palabra, donde encontramos el camino al puerto seguro del legado de nuestro héroe más grande.

@GipsyGastello
ggastello@gmail.com

EL DÍA DEL NIÑO, BRICK HECK Y LA LECTURA COMO PRÁCTICA DE NOSOTROS LOS INUSUALES

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Contagiar la chispa lectora es un gran misterio. Desde siempre, promocionar el libro como lugar de encuentro y como herramienta innegable para la adquisición de conocimientos, ha sido una preocupación colectiva. Son infinitos o, al menos, incontables, los estudios que se han hecho al respecto. Y han sido infinitas o, al menos, incontables, las fórmulas mágicas fallidas que se han puesto en práctica.

A propósito del Día del Niño (fecha creada con “buenas intenciones” pero comercial como tantas otras efemérides impuestas en favor del consumismo indetenible), este domingo pudiera servir de pretexto para esbozar un par de reflexiones en torno a la promoción de la lectura en niños, niñas y adolescentes.

Hay un libro muy interesante publicado en México en el año 1997 que se titula Caminos a la lectura, gracias a la compilación de Martha Sastrías. En ese extenso trabajo hay un capítulo titulado “La lectura, conceptos y procesos”, del peruano Danilo Sánchez Lihón, quien asegura que:

“Una lectura oportuna para la edad de un niño puede ayudar a que dé esos grandes saltos cualitativos en su formación, que lo hacen pasar de una etapa a otra; son determinadas lecturas las orientadoras del destino de los hombres que los impulsan a dar pasos de gigantes, siempre hacia un nivel mejor”.

Muchas veces nos preguntamos por qué leer parece aburrido, por qué a nuestros jóvenes les cuesta tanto leer, por qué son muchos menos los niños o niñas que piden libros en lugar de los que piden juguetes, videojuegos, teléfonos inteligentes o tablets. El marketing mundial tiene mucho que ver con eso. Me arriesgo a decir que pareciera que a alguien muy arriba no le conviene que nosotros y nosotras, los de a pie, adquiramos conocimientos. Parece una verdad incómoda que los pueblos del mundo sean capaces de despertar. Ya saben, cosas del sistema dominante.

Con los avances (a veces entre comillas) de la humanidad, en pleno siglo XXI, al menos en Occidente, ya no es común la quema de libros. Digamos que era una práctica represiva y colonizadora en la antigüedad, e incluso en pleno siglo XX como en el caso de la quema de libros de autores judíos por parte del régimen nazi entre 1930 y 1945, o la quema de 15 mil ejemplares de Las aventuras de Miguel Littín clandestino en Chile, escrito por Gabriel García Márquez, durante el año 1986 por órdenes de Pinochet; sin embargo, la satanización del libro como herramienta liberadora sí sigue siendo una práctica común en la industria capitalista, para la cual el culto al objeto mercadeable es lo que más importa.

¿Han visto una serie norteamericana llamada The Middle? Sí, un sitcom que arranca muchas carcajadas. Narra la historia de una familia de clase media residenciada en Orson, Indiana, y sus vicisitudes ante la crisis económica mundial. Padre y madre con varios trabajos cada uno para pagar las cuentas, la casa que se va derrumbando por falta de presupuesto para mantenimiento, la comida chatarra como menú único en la cena, la pereza colectiva y constante y, sobre todo, el televisor como gran protagonista de la familia. Sí, es muy divertida. Y sí, yo también la veo. Las aventuras de Frankie y Mike Heck tratando de criar a Axl, Sue y Brick mientras deja de funcionar el fregadero, explota el horno o se daña para siempre la secadora, sin duda entretienen.



Pero aquí el detalle: Brick Heck, el menor de la familia, es un enfermo de la lectura. Allí radica su encanto (suele ser uno de los personajes favoritos de la serie), pero también la triste realidad de cómo la industria cultural capitalista reproduce antivalores “bajo cuerda” para seguirnos convenciendo sobre lo que a “ellos” les conviene. Brick se la pasa leyendo a toda hora y eso lo convierte en el “niño inusual” de la familia. Es distraído, se susurra a sí mismo, se olvida de las tareas, pierde un zapato en plena fiesta sin darse cuenta y así va, cayéndose a pedazos capítulo a capítulo aunque se sepa tácitamente que ese niño es inteligentísimo gracias a la lectura. El día de su nacimiento lo intercambian en el hospital y sus padres no se dan cuenta, se olvidan de celebrar su cumpleaños o nunca lo premian con nada porque como es el tercer hijo y es tan “extraño”, da demasiado trabajo encargarse de él. Y cuando crece, como suele pasar, se enamora y resulta que la niña en cuestión es mucho más extraña que el propio Brick, haciendo de ellos una pareja tipo “Freak Show”. Por cierto, no creo que resulte gratuito que la traducción de Brick sea, convenientemente, ladrillo. ¿Casualidad?

Esta es, apenas, una sola referencia entre miles de millones que nos bombardean a diario. Axl, el hermano mayor, deportista y guapo, de buen cuerpo y ojos claros, es el holgazán exitoso que siempre se sale con la suya. Típico de la tele y el cine, ¿verdad? Prueben hacerlo en la vida real a ver qué sucede, a ver si los resultados son los mismos. Sería interesante saber cuántas personas quisieran parecerse a Axl (sinónimo de éxito inmerecido, camino fácil) y cuántas quisieran parecerse a Brick (sinónimo de soledad, incomprensión).

Hace un par de días le dije a un amigo que andaba con su pequeña hija: “Oye, este domingo es el Día del Niño, aprovecha y regálale a tu chama un libro”. La niña puso cara de susto y mi amigo se rió creyendo que le había contado un chiste genial. Así que me disculpan, pero a las pruebas me remito.

Tal vez en un futuro cercano en EE.UU se inventen una versión para lectores tipo la serie The big bang theory, con poetas y estudiantes de literatura. Ya pusieron a los “nerds” científicos de moda, no creo que les cueste mucho hacerlo con los “nerds” literarios.



Cortázar, el enfermo

Dije antes que son incontables las referencias en contra del libro. Ciertamente, su satanización como objeto liberador no es asunto exclusivo de nuestra época 2.0. En la biografía de Julio Cortázar publicada por Ediciones Continente, el autor Mario Goloboff explica una anécdota curiosa (y triste) sobre la infancia de este gran escritor y genio argentino, tan celebrado y citado en el mundo:

“Para que lo sacaran de su cuarto, para que dejara de leer cuando chico, era necesaria la severidad: 'Había que retarlo para que bajara de la pieza y viniera a comer y dejara los libros. Leía de la mañana a la noche... (...) Tenía el mal de la lectura'.

Ya adulto, recordará el propio Cortázar: 'Mis primeros libros me los regaló mi madre. Fui un lector muy precoz y en realidad aprendí a leer por mi cuenta, con gran sorpresa de mi familia, que incluso me llevó al médico porque creyeron que era una precocidad peligrosa y tal vez lo era, como se ha demostrado más tarde'.

Se ve que 'la enfermedad', 'el mal de la lectura', los tenía impresionados a todos, incluso, con retroactividad no exenta de ironía, al propio 'enfermo'”.

¿Será que el mundo tiene razón y nosotros, los lectores voraces, los apasionados de la lectura, los que tenemos la chispa lectora encendida, estamos contagiados de una enfermedad peligrosa? ¿Será de verdad que somos tan extraños como Brick Heck? ¿Será que nos tienen que llevar al médico como lo hicieron con Julio Cortázar de niño? ¿Seremos, acaso, un montón de ladrillos?

Tendría lógica aceptar finalmente que estamos nadando a contracorriente. Y con eso, tendría clara explicación el por qué nuestras redes de librerías comerciales se han convertido desde hace unos años en un patético híbrido entre juguetería, venta de artículos electrónicos y baratijas de oficina.

Pero les confieso algo, aunque parezca una batalla perdida mientras a la cultura dominante no le de la gana de posicionar al libro y la lectura como una práctica para el “éxito”, yo, por mi parte y en mi caso particular, no me daré por vencida. Porque aunque se rían mil veces de mí al proponer que regalen un libro en lugar de un videojuego para el Día del Niño, le doy la razón al peruano Danilo Sánchez Lihón cuando dice que el libro como objeto para la liberación tiene el poder de “cambiar y transformar decisivamente a una persona, transmutar una visión del mundo por otra distinta; porque es una luz muy amplia e intensa, pero que surge y se plasma en la mayor confidencia”.

Resulta un alivio saber que en la República Bolivariana de Venezuela se hacen tantos esfuerzos por la democratización del libro y la lectura. Desde las grandes políticas culturales impulsadas por el Gobierno Bolivariano, hasta las iniciativas de Asociaciones Civiles como el Banco del Libro, la Fundación Misión Leer y Escribir Hugo Chávez de la Gobernación del estado Guárico, el proyecto TVLecturas de Marialcira Matute e Isidoro Duarte; sin dejar de lado las grandes ferias como la FILVEN del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la Feria del Libro de Caracas de la Alcaldía del municipio Libertador, la Feria del Libro de Baruta o el Festival de la Lectura de la Alcaldía de Chacao, la FILUC en Carabobo o la Feria Internacional del Libro Universitario en Mérida, por sólo mencionar algunos esfuerzos que se extienden en todo el territorio nacional.

Creo que el nuestro es un país en el que no nos damos por vencidos, por muy dura que parezca la batalla. Si no descansamos en el esfuerzo, habremos más personas inusuales del lado de Brick y menos personas usuales aspirando a parecerse a Axl. Y menos familias querrán llevar a sus niños y niñas lectores al médico y en el futuro habrán más libros como regalo que videojuegos para el tercer domingo de julio de cada año, cuando se celebra el Día del Niño en Venezuela. 

¡Que así sea! 
 
@GipsyGastello
ggastello@gmail.com
 


VENEZUELA SÍ ES UN PAÍS DE LECTORES, ¿Y AHORA QUÉ?

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Abriendo las páginas de un periódico de circulación nacional, el azar juega sus cartas a mi favor y me encuentro con ese tipo de noticia que resulta tan placentera: El 82% de la población venezolana lee con frecuencia.


La última encuesta del comportamiento del lector, realizada rigurosamente por el Centro Nacional del Libro (CENAL), arrojó esta cifra tan esperanzadora, colocando a Venezuela como el tercer país más lector de América Latina, luego de Argentina y México.


Exactamente, 82,2% de los venezolanos y las venezolanas leen libros. A pesar de esa declaratoria de indigencia cultural que tan vehementemente lanzó al aire Leonardo Padrón este año en el Festival de Lectura de Chacao, en medio de una guerra económica que cada día afila más y más sus garras, alrededor de 25 millones de personas en nuestro país leen libros (y cuidado si no más). No sólo revistas deportivas o de moda, panfletos, páginas web y noticias; libros, con todo lo que eso significa.



Con esta extraordinaria noticia entre mis manos, ya con el día resuelto de la alegría, decido pensar en qué significa aquello de “leer libros”. Me voy, evidentemente, a los libros que hablan sobre leer libros.


Para Pedro Laín Entralgo, “es, pues, la lectura —al menos cuando logra su pleno acabamiento— un silencioso coloquio del lector con el autor de lo leído. Éste da figura escrita a una parte de lo que su espíritu contiene, idea, sentimiento, recuerdo o invención; y el lector llega a serlo plenamente cuando, puesto en contacto sensorial con lo escrito, descubre y entiende lo que con ello quiso el autor expresar”. 


En su libro La aventura de leer, publicado en 1956, Pedro Laín Entralgo nos explica que esa conjunción silenciosa entre autor y lector “es ante todo recreación, así de la materia leída como del alma lectora”. De hecho, afirma que “la lectura recrea y nos recrea”, ya que “todo cuanto un hombre lee es por él personalmente recreado, vuelto a crear”. Lo ejemplifica con mucha claridad: “El pensamiento de Aristóteles y la significación humana de Hamlet vuelven a nacer, recreados por el lector, si éste entiende de veras su lectura”.
¿Por qué habla de recrear y recrearse? Porque el lector, además de volver a crear gracias a su plena interpretación de lo leído, “se crea a sí mismo de nuevo, vuelve a crear su propio espíritu. Recreación es, en efecto, esa enmienda que de nosotros hace la lectura cuando aquello que se lee interviene, rectificándonos, en lo que conservamos de nuestra vida anterior: saberes, hábitos intelectuales o estimativos”. 




Venezuela es un país de lectores y lectoras. Entonces, es un país en el que el 82,2% de su población está en un constante recrear, a partir de la plena interpretación de lo leído. Sería interesante saber qué es lo que estamos leyendo, como especie de brújula para conocer la ruta que hemos demarcado para construir nuestro futuro. Allí, estoy segura, encontraremos muchas de las respuestas que tanto estamos buscando.


Para Albert Béguin, en su libro de 1973 Creación y destino, “lo que somos en la actualidad está compuesto sin duda de encuentros humanos, de accidentes de todo tipo, de nuestras miserias y nuestros éxitos, pero también, en un grado inapreciable, en un grado inmenso, de los libros que hemos leído, de los libros que se han convertido en nuestra propia sustancia”.

No es poca cosa que seamos un país lector. De hecho, allí, en los rincones más escondidos de nuestro hábito, podemos descubrirnos a nosotros mismos. Tal vez sea hora de que los grandes estudiosos de la realidad nacional, “opinadores” de oficio y personalidades de la crema y nata de esa nueva casta ocupadora de titulares, se detengan un momento en esta cifra tan felizmente impactante, para que logren afinar su mirada escudriñadora que a diario nos señala como un país inmerso en el caos.


@GipsyGastello
ggastello@gmail.com