Publicado en Ciudad CCS
Los libros vienen en soportes y formatos
muy distintos. A veces son unos ladrillos gigantescos que se quedan en
casa para la contemplación y la consulta. A veces son de bolsillo y los
llevamos con nosotros a la calle para abrirlos en cualquier instante que
parezca propicio. Pero también vienen en una presentación minimalista,
que a ratos parece un cuadernillo, y aunque para algunos (quienes se
dejan llevar por la vista) pasen desapercibidos, en realidad en sus
páginas traen un contenido capaz de despertarnos.
La editorial El perro y la rana se
arriesgó (felizmente) con una colección de libros breves llamada
Juventudes Comandantes, la cual incluye varios textos de impreescindible
lectura: Palabras a los jóvenes (dos semblanzas históricas) de César
Rengifo, Discursos a la juventud de Salvador Allende, ¿Qué es la
filosofía? de J.M. Briceño Guerrero, Antología mínima de poesía amorosa
(compilador Joel Rojas), ¿Por qué Zamora? del Comandante Hugo Chávez y
No aculturados, de varios autores.
No aculturados es un libro de 57 páginas
que debe llegar, y lo digo sin que me tiemble el pulso, a toda la
juventud patriótica venezolana, pero también a esa juventud confundida,
esa que se mantiene envuelta con la polvareda de los grandes medios de
comunicación de la derecha. ¿Por qué? Porque cinco autores de épocas
distintas se reúnen para analizar y debatir sobre el colonialismo
europeo y el imperialismo yanqui, ambos depredadores de vidas e
historias para amasarnos a su imagen y semejanza.
Joel Rojas se encarga de las palabras de
presentación y allí nos dibuja la ruta de lo que contienen esas 57
páginas:
“Se declara el poder que mantenemos, en la búsqueda y defensa de una cultura propia y de equilibrio. Se dibuja la estructura y se traza un sentido amoroso a la integración latinocaribeña. Se propone una estética dentro de esta lucha. Se pinta un recuerdo que alumbra sobre las tareas que permanecen. Que vivan estas voces y estos mensajes, para que la pregunta por el quiénes somos se acreciente y se ubique en el espacio y el tiempo que merecen”.
Entonces, tienen la palabra Glauber
Rocha (Brasil), José María Arguedas (Perú), José Martí (Cuba), Aimé
Césaire (Martinica) y nuestro José Roberto Duque.
De Rocha está seleccionado su texto
Estética del sueño, de 1971, en el que nos sacude con esta realidad:
“El peor enemigo del arte revolucionario es su mediocridad. Delante de la evolución sutil de los conceptos reformistas de la ideología imperialista, el artista debe ofrecer respuestas revolucionarias capaces de no aceptar, en ninguna hipótesis, las evasivas propuestas. Y, lo que es más difícil, exige una precisa identificación de lo que es arte revolucionario útil al activismo político, de lo que es arte revolucionario lanzado a la apertura de nuevas discusiones, de lo que es arte revolucionario rechazado por la izquierda e instrumentalizado por la derecha”.
Por eso, José María Arguedas, en su
texto No soy aculturado de 1968, nos dice:
“Imitar desde aquí a alguien resulta algo escandaloso. En técnica nos superarán y dominarán, no sabemos hasta qué tiempos, pero en arte podemos ya obligarlos a que aprendan de nosotros y lo podemos hacer incluso sin movernos de aquí mismo”.
Entonces, los invito a que busquen este
libro, porque hoy más que nunca, cuando somos testigos de esta guerra
mediática y económica que pretende desdibujarnos, la lectura se
convierte en la herramienta más eficiente para la liberación y la
defensa de la soberanía.
@GipsyGastello
ggastello@gmail.com
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