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A propósito del Día Internacional del Libro, una fecha establecida
por la UNESCO para incentivar la producción literaria y promover el
hábito de la lectura, el formato físico entra en debate con la novedosa
propuesta digital. Como todo, cada uno tiene sus pro y sus contra, pero
en definitiva es una batalla donde siempre gana el lector. Son muchas
las opiniones que conviven entre los entusiastas por el libro de papel,
que propone una experiencia sensorial que complementa el acto de la
lectura en sí mismo, y los hinchas de la era de las nuevas tecnologías,
que está marcando sin lugar a dudas una nueva forma de relacionarnos con
el mundo.
El libro de papel, ese que llega a nuestras manos y encuentra su
lugar en nuestra biblioteca, nos seduce con la textura de sus hojas, ese
crujir de las palabras del que nos hablaba Eduardo Galeano. El aroma
cuando se abre por primera vez es, para algunos, una experiencia
inolvidable. No necesita de cargadores ni baterías y tampoco resulta
mayor atractivo para los carteristas que nos acechan en lugares
peligrosos. Si sabemos elegirlo, podemos llevarlo adonde queramos sin
que represente un gran peso. Y si nos toca una larga espera en alguna
agencia bancaria, no vendrá un agente de seguridad a pedirnos (a veces
no con tanta amabilidad) que lo guardemos.
El libro digital, en pleno auge gracias a la proliferación de
aparatos electrónicos, requiere de poco espacio. En un teléfono podemos
guardar una biblioteca entera. Son muchos los libros digitales que
podemos descargar en forma gratuita por internet y podemos encontrar sin
mayores contratiempos el lugar exacto donde dejamos la lectura. Si bien
es cierto que no representa una experiencia sensorial, tiene muchas
bondades y entre ellas la curiosidad latente de un público más joven que
lleva su vida entera en un dispositivo tecnológico.
A modo de experimento, le pregunté a algunos buenos amigos (poetas,
libreros, periodistas, lectores) quién ganaría la batalla entre el libro
de papel y el libro digital, ya que algunos estudiosos de las
Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) se han atrevido a
predecir la extinción del libro en su formato físico.
Para el maestro Juan Calzadilla, uno de nuestros poetas más
importantes, “no es una batalla que no se ha ganado porque aún no se ha
librado. Ni se librará ni des-librará. Ambos medios son canales
paralelos de lectura que se emplean equitativamente, según la necesidad y
las circunstancias, sin forcejear, como quieren algunos”. Entre esos
“algunos” a los que se refiere el poeta, se encuentra Enrique Dans,
quien en su blog enfatiza que “nos estamos acercando cada día más al fin
de la era del papel”. Dans, profesor de Sistemas de Información de la
IE Business School, asegura que “los libros se ven ventajosamente
sustituidos por su equivalente electrónico ganando en portabilidad y,
sobre todo, en gestión de información”.
Lo cierto es que nadie tiene la verdad absoluta entre sus manos. Para
el maestro Juan Calzadilla, el panorama resulta (felizmente) muy
distinto:
“A menudo el que -como yo- emplea la lectura digital es para buscar información noticiosa, investigar, como herramienta del conocimiento, pero no lee libros en la pantalla, sino que los baja si puede, lo que significa una vuelta al libro físico”.
¿Por qué la magia del libro físico, en papel? Para el poeta está muy
claro: “El libro tiene más cuerpo de objeto, es más manejable y
adaptable”. Sin embargo, no podemos menospreciar a la lectura digital
como alternativa en franco crecimiento, porque “tiene mucha presencia y
es más útil en los procesos de producción de impresos y libros, y en el
diseño gráfico es insustituible. Por lo cual es predecible que siga
creciendo, lo que no quiere decir que en muchos años no será capaz de
abolir el libro, por más que lo haya dicho el loco de MacLuhan”.
Más allá del formato, la gran victoria está en que permanezca y
crezca el hábito de la lectura. Para Christiane Valles, Presidenta del
Centro Nacional del Libro (CENAL), quien confiesa que lleva con ella una
biblioteca digital a todas partes, considera que ambos soportes se
complementan:
“La reflexión debe orientarse hacia la ponderación de las capacidades y las posibilidades de acceso al libro. El libro en papel es finito, tiene un tiraje limitado y, por tanto, una capacidad de llegada inferior, tanto por venta o por préstamo bibliotecario, a un libro digital cuyas descargas no tienen más alcabala que la de disponer de un dispositivo de almacenamieto y recuperación de la información, y por supuesto, la existencia de contenidos”.
De hecho, el decidido crecimiento del acceso a internet y a
dispositivos móviles en Venezuela, sirve de espaldarazo al auge de la
lectura digital. Para Christiane Valles, “en nuestro país, la primera
alcabala está superada: el número de teléfonos móviles, tabletas y
computadoras con conectividad es altísimo, no así la disponibilidad de
compra o descarga legal de libros en sitios nacionales o de autoras y
autores venezolanos. Por otro lado, estos dispositivos son costosos y es
un dato que hay que tomar en cuenta. Ambos tienen muy mala prensa en
materia ecológica. Veremos qué pasa”.
Lo digital como atajo
Para Miguel Márquez, poeta y librero consagrado, lector apasionado y
filósofo de la UCV, el trecho que separa (y une) al soporte físico del
digital no va en el espíritu que encierra un libro entre sus páginas:
“Los libros han sido desde hace mucho, para decirlo con palabras del gran escritor Orlando Araujo, unos maravillosos compañeros de viaje. Son gente en realidad, en el entendido que establecemos con ellos unos pactos, unas alianzas, unas conversaciones que forman parte de los momentos más valiosos, más significativos de nuestro paso por estas tierras. Inteligencia, sensibilidad, conciencia crítica, amplitud de miras, curiosidad, creatividad, aventuras, existencias, lugares, situaciones. En fin, por un lado, en los libros uno encuentra esa pasión por las palabras, y por otro, en un formato, el papel, que para mí sigue siendo entrañable, aunque soy de los que coquetean ya a mi edad, con el formato digital, y de verdad que le encuentro el gusto, sus inmensas posibilidades de circulación”.
Además de ese acceso “sin alcabalas” del que hablaba la Presidenta
del CENAL, Miguel Márquez presiente “que este formato se impondrá en la
lectura más temprano que tarde. Por qué, por una razón muy sencilla: el
papel en el mundo es costosísimo y cada vez lo será más. Yo soy de los
que cree que la tecnología digital es la vía para la lectura que vendrá.
Y será mucho más democrática, aunque le perdamos el gustico al olor del
papel como dicen los más inspirados”.
Por su parte, Kelvin Malavé, Gerente de Publicaciones del Fondo
Editorial Fundarte, también resalta un mérito en especial del soporte
tecnológico, por lo que se apunta al libro digital “aunque a los
romanticos nos guste el libro de papel, con solapa, con lomo y hasta con
el colofón para saber donde se imprimio, en que fecha y tipo de letra.
No negamos que es mas comodo la tablet y el pdf”.
Un escenario donde todos ganan
En todo caso, pudiéramos decir que en un duelo entre el libro digital
y el libro en papel, ambos contrincantes quedarán tablas, que en el
argot venezolano quiere decir que no hay un vencedor ni un vencido. Eso
opinan las promotoras culturales y administradoras del proyecto web
@queleer, María Alejandra Bello y Melissa Nahmens:
“Lograrán coexistir porque ambos bandos tienen la misma cantidad de fanáticos y aunque el libro digital cree tomar ventaja sobre el libro de papel, no hay mejor sensación que tener entre manos un libro con olor a nuevo”.
Isidoro Duarte, intelectual y ferviente lector del proyecto
multiplataforma TVLecturas, defiende la experiencia sensorial que nos
permite el soporte físico del libro:
“No sé quién se impondrá, lo más probable es que coexistan cumpliendo funciones distintas, o gustos diferentes. Ahora bien, lo que deseo fervientemente es que el libro de papel, con sus texturas, su alma y sus cálidos fantasmas nos siga arropando y acompañando sin perder espacio ante el digital, sin alma y sin gracia”.
El poeta y periodista Iván Padilla Bravo responde ante este escenario
de forma precisa y sin tregua, ya que para él es el lector quien
resulta victorioso, porque “importan poco los formatos”.
Al final del camino, lo que realmente importa es que leamos siempre y
leamos de todo, como siempre dice Marialcira Mature, Premio Nacional de
Periodismo y conductora del programa de televisión Librería Mediática.
En todo caso, es cuestión de gustos y tomando eso en cuenta, suscribo mi
firma a la opinión de Marialcira:
“No tengo problema alguno con los libros digitales pero la mayoría de los ebooks que he leído y me gustan termino comprándolos en papel, que es una plataforma menos volátil, más permanente en el tiempo. Vivir rodeada del caos de los libros que nunca tienen un sitio fijo en la biblioteca es parte de mi cotidianidad”.
@GipsyGastello
ggastello@gmail.com
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