Publicado en Ciudad CCS
A propósito de la VI Feria del Libro de Caracas que comienza hoy, la
Fundación para el Desarrollo Cultural del estado Mérida (Fundecem), de
la mano de su presidente Pausides Reyes y del poeta Gonzalo Ramírez,
presentará el poemario de nuestro querido Miguel Márquez titulado
Campana en el fondo del río, que reúne 62 poemas sobre la vida y sus
demonios, la noche y sus ángeles, el poder de la palabra sanadora e
hiriente, la gran pregunta que nunca tendrá respuesta.
En sus páginas
Miguel nos hace viajar hacia los tiempos del Grupo Tráfico, fundado en
1981, en el que declararon:
“Venimos de la noche y hacia la calle vamos. Queremos oponer a los estereotipos de la poesía nocturna, extraviada en su oficio chamánico de convocar a los fantasmas de la psique o de lanzar hasta la náusea el golpe de dados del lenguaje”.
Los poetas
vienen de la noche y la poesía se va a la calle. Y en ese andar y desandar es que siempre me encuentro con Miguel,
extraordinario alfayate del gesto poético como vida cotidiana, a quien
pude preguntarle cara a cara, suerte la mía, sobre el origen de su
Campana en el fondo del río. Su respuesta fue sorpresiva, estos poemas
vieron la luz gracias a las redes sociales. Por esa necesidad de crear y
decir y hacer que acompaña a quienes toman la palabra como arma
liberadora, Miguel iba colgando en su muro del Facebook religiosamente,
uno a uno, estos 62 poemas. La aventura internauta ocurrió entre enero y
junio del año 2014. Justamente hace poco más de un año, su gran amigo
Floriano Martins, ese brasileño incansable, le propuso traducirlos al
portugués y publicarlos con la editorial Sol Negro, en Brasil. En ese
entonces apenas eran 30 poemas y fueron acompañados por las imágenes de
Floriano. Resultó un tiraje de 250 ejemplares.
Ahora, gracias a
Fundecem, podemos tener la totalidad de estos poemas que, curiosos e
inquietos, se colaron en el laberinto 2.0 que marca nuestra época. Allí
Miguel nos dice:
“Si uno supiera lo que escribe en un poema,si entendiera lo que deja de lado al encenderLa lámpara, si fuera posible hacerlo a oscurasY cabalgar con esa materia gruesa, amorfa,arisca a las vocales, al ritmo, a la sintaxis,Si aquello tomara el lápiz y borrara metáforasPara dar a luz lo que no existe, si uno fueraCapaz en lo crudo y sin ninguna vergüenza”.
Miguel Márquez nació en 1955 y estudió Filosofía en la UCV. También
pudiera decirles que participó en los talleres de poesía del Celarg, que
es cofundador del Grupo Tráfico, que dirigió la Fundación Kuai-Mare y
que fue presidente de la Editorial el Perro y la Rana. En 1982 fue
reconocido por el Premio Fernando Paz Castillo, mención poesía, por
Cosas por decir. También es autor de Soneto al aire libre, Poemas de
Berna, La casa, el paso, A salvo en la penumbra, Linaje de ofrenda, La
memoria y el anzuelo, Fragmentos de la batalla, entre otros.
Más allá de
los datos históricos y bibliográficos, quisiera invocar a Jonatan
Alzuru Aponte, quien en su libro Ejercicios para cuidarse. Foucault,
Nietzche y Maquiavelo como herramientas, dice:
“Miguel Márquez es poeta. Estudió filosofía, pero su asunto es pensar ideográficamente. La metáfora es su espada y refugio, su mar y convento”.
Eso es lo que
debemos decir de Márquez: Es poeta y la metáfora es su espada.
@GipsyGastello
ggastello@gmail.com
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