Mi compañero de programa de radio, Iván Padilla Bravo, un día dentro
de la cabina de RNV Clásica me dijo: ¿Sabías que César Rengifo también
era poeta? La noticia me dejó hipnotizada. Durante la conversación, Iván
me dijo que la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello había preparado
una edición para el 12° Festival Mundial de Poesía, fiesta de la
palabra que culminó el pasado domingo. La posibilidad de conocer al
César Rengifo poeta se me sembró entre ceja y ceja como una especie de
obsesión, tenía que conseguir ese libro.
A finales de la semana pasada, me asomé por la Librería del Sur del
Teatro Teresa Carreño, para ver con qué actividad del Festival Mundial
de Poesía me encontraba. El azar jugó sus cartas a mi favor, porque
coincidí con la presentación del libro del profesor Earle Herrera: La
espada sobre el fuego. Los poetas invocan a Bolívar, acompañado nada más
y nada menos que por el gran Gustavo Pereira. Entre la emoción,
aproveché para preguntarle a uno de los libreros (que siempre son tan
amables conmigo, lo que hace de esa librería una de mis favoritas) por
la poesía de César Rengifo. El azar me benefició de nuevo porque sí
estaba. Sin pensarlo compré ese libro tan deseado que lleva como título:
César Rengifo. Poesía reunida, en cuya portada hay una hermosa
ilustración de su propia autoría.
Ya en casa, sobre mi sillón negro de dos puestos, ese lugar común que
sirve de refugio para la lectura, me sumergí en una poesía hermosa,
contadora de historias y realidades, con un verbo calmo y nostálgico,
transparente, confesional, ensimismado. En La primera presencia, César
Rengifo nos habla del silencio y del hombre:
“¡Al principio fue el silencio!El hombre, lo que sería el hombre,
yacía disperso en el fondo de las cosas.El fuego,el aguael musgo,
inmóviles estaban.¡Por eso al principio fue el silencio!Y en el silencio,en ese vastísimo,sordo,gris, silencio,dormían también las vocesy todas las palabras que habrían de pronunciarse”.
Luego, cuando llegan los tiempos en que las voces despiertan, César Rengifo nos dice:
“Y el hombre dijo su palabra,y proclamó su grito…¡Y nunca más fue el silenciosobre la vastedad del mundo!¡Pero el hombre recuerda,a veces,que al principiofue el silencio!”
El prólogo está a cargo del poeta Nelson Guzmán, quien dice sobre la
poesía de nuestro centenario César Rengifo:
“En su interior habita lo inusitado, se sabe en los caminos del sueño. Sus creaciones residen entre las luces de la transparencia. Sus poemas son confesionales, expresan su interior. El hombre debe marchar hacia aquello que lo exprese y sea cónsono con el raudal de sus pensamientos, debemos romper con las fuerzas interiores que nos dejan truncas las esperanzas y esto implica el temple del valor. Rengifo proviene de lugares que le exigían el riesgo y la lucha con pasión por autenticar las exigencias de su espíritu. Este poeta emergió de la región donde habitan todos los dolores y el desamparo, sobrevivió a la huella honda de perder a sus padres en la niñez. Su condición de huérfano lo adentró en las palabras, sus imaginarios apuntan a la creación, a la indagación y al errar”.
Que sea este libro, entonces, el lugar perfecto para descubrir a nuestro César Rengifo, en este que es su año para celebrar el centenario de su nacimiento, como poeta. Porque no solo fue dramaturgo, director teatral, pintor, muralista, profesor y periodista. Fue, es y seguirá siendo por siempre un tallador de la palabra amorosa.
@GipsyGastello
ggastello@gmail.com
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